Trabajo en
Equipo: otra competencia del tipo "eslabón perdido" en las
organizaciones chilenas. Supuestamente, es vital para la realización de un trabajo innovador, rápido y que recoja los aportes de todos quienes trabajan en un área, o una empresa.Todos quienes trabajamos en el ámbito de las Personas,
coincidimos en su relevancia, pero nuestros esfuerzos para incorporarla son
puntuales y muchas veces, "un saludo a la bandera". ¿Es misión de las
organizaciones hacerse cargo de una brecha que proviene de la educación
inicial, incluso?
Uno de los talleres o
cursos más replicados de los últimos años, debe ser el que se ha denominado
genéricamente de “Trabajo en Equipo”. Circunstancialmente, recibe algunos
adjetivos especiales, según la ocasión y el momento que vive el grupo de trabajo,
en particular. Así, podemos encontrar:
-
Taller / Jornada Fundacional: para el equipo que recién se conoce. Es la primera
actividad que realizan juntos, más allá de lo netamente natural. En la
práctica, nadie los prepara para dicho encuentro, por lo que el resultado es
bastante más acotado de lo que podría esperarse.
-
Taller / Jornada de Integración: típico del equipo que ha vivido una crisis pequeña
o severa, por la salida forzada de algunos de sus integrantes; por cambio en la
manera de trabajar; por cambio de jefatura, entre otras situaciones de cambio.
También se realiza a partir de conflictos que se han dado entre algunos de los
integrantes el equipo, los cuales se buscar resolver con algunas tácticas de
shock, a veces, y otras, a través de un discurso conciliador, que solo esconde
el problema debajo de la alfombra.
-
Taller / Jornada de Reencuentro: para el equipo que lleva meses sin realizar una
actividad relevante juntos, más allá del plano netamente laboral. Probablemente,
la mayor cantidad de las veces se hace por cumplir, pues alguien le recordó al
jefe que las demás áreas estaban haciendo acciones para mejorar el Clima
Laboral.
La idea de conceptualizar
el “Trabajo en Equipo” y buscar estrategias para enseñarlo o transferirlo a
nivel organizacional, surge precisamente de la carencia transversal que existe
en torno a esta competencia. Una carencia de formación que proviene desde la
base. Sí, precisamente, desde que somos niños.
Nos cuesta trabajar en
equipo; se nos empuja a hacerlo, pero no se nos enseñan las herramientas para
entenderlo y hacerlo parte de nuestra vida. De esta forma, crecemos buscando
eludirlo, porque “los demás no cumplen los compromisos”; “porque trabajo mejor
solo”; “porque en grupo es más lento”.
Culturas con mayor
valoración de lo colectivo, como las orientales, incorporan esta competencia no
solo desde la educación inicial formal, sino que también en la enseñanza que se
entrega en el hogar. Sienten los objetivos como grupales y el camino que
recorren para alcanzarlos, se hace de la misma manera.
¿Qué capacidad debería
tener un líder para salvar o dejar atrás las brechas en cuanto a Trabajo en
Equipo? Pues, al menos, debería ser capaz de detectarlas, y pedir ayuda, si
considera que no es capaz de resolver la carencia o apoyar a las personas de su
equipo para que puedan crecer en ese ámbito.
Hasta acá, en las
organizaciones seguimos hablando sobre el TRABAJO EN EQUIPO, como una suerte de
utopía idealmente “motivadora”, según la cual los jefes deben ser capaces de
desarrollar en su equipo un ambiente colaborativo, con conocimiento de las
personas, distribución equitativa de la carga de trabajo y camaradería. Quienes
trabajamos en Recursos Humanos sabemos que de aquello, nos separa un océano.


