martes, 23 de enero de 2018

Dos: Ascenso, Herramienta para el Caos

Ascenso: en su origen, se trataba de un proceso justo e informado, según el cual un colaborador cualquiera tenía la posibilidad de pasar al siguiente nivel en la escala jerárquica de la organización. En Chile, se ha convertido en una herramienta de retención de personal, especialmente en organizaciones (la mayoría) que no cuentan con un programa de detección y cuidado de talentos. Aquello se da bajo esta secuencia: carta oferta al jefe; jefe (no líder) desespera, porque no sabe qué será de él sin este colaborador, llama a Recursos Humanos. Desde aquella área, y para resolver el entuerto, ofrecen al posible fugado un cargo nuevo, de jefatura. Hay organizaciones que, bajo esa lógica, hoy tienen muchos “jefes de nadie”, y una estructura de rentas cercana al caos.


Por más que se hable de que las organizaciones en el mundo están tendiendo hacia la “horizontalidad” de sus relaciones, en Chile ese cambio ha sido muy lento. Las estructuras jerárquicas están más vivas que nunca, en la mayoría de las empresas, tanto del ámbito público, como del privado. Parece que hay una manera de entender las relaciones laborales que se ha impuesto, en ese sentido, y ha quedado en la base cultural del trabajador y el ejecutivo chileno (puede ser tema de Glosario más adelante, ¿por qué no?).

El ascenso, en ese contexto, sigue siendo muy relevante para el imaginario del trabajador que busca “crecer” dentro de su empresa, principalmente, para ganar un sueldo mejor. Lo que no está claro, en gran parte de las organizaciones chilenas, son los criterios establecidos para que los ascensos puedan darse. ¿Por qué?

Hay muchas razones para este “oscurantismo” comunicacional interno. La principal, dice relación con el manejo guiado de los procesos de selección interna. Si la gestión de la Administración y Recursos Humanos apuesta por responder al pedido interno específico, sin “proceso debido”, ¿para qué difundir la existencia de posibilidades de desarrollo? De esta manera, ciertas personas ascienden de rol sin que exista “merito”, propiamente tal.

Otra razón tiene que ver con parte de nuestra definición de glosario: estoy utilizando el ascenso como una herramienta de retención. El problema de dicha “estrategia” (dudo que podamos llamarla así), es que genera una bola de nieve interna de consecuencias, para los equipos en que ocurren dichas promociones y en relación a los pares estamentales del ascendido por “urgencia”. Ni hablar del mensaje que se está dando internamente: no tiene un sentido, ni una base sobre la cual pueda transmitir coherencia.

En muchos lugares, estamos ascendiendo a las personas porque simplemente, creemos que es el “paso siguiente”. Algo así como pedir matrimonio a la polola, solo porque llevamos casi 10 años de relación… Como Gestión de Personas, estamos lejos de entender que podemos retener en base a otro tipo de estímulos, ligados al desarrollo profesional y no necesariamente al cheque de fin de mes. Muchos trabajadores de hoy, más que a ser jefes, aspiran a tener un rol preponderante en toma de decisiones; a participar de los proyectos desafiantes de la empresa; a converger en equipos transversales de trabajo con otros profesionales. Sin ir más lejos, son éstas y algunas otras, las motivaciones que tienen los millenials para quedarse en una organización. Ofrecerle más dinero a un sujeto de aquella generación en la práctica, viene siendo algo así como “comprarle su sueño”. Y ellos no están dispuestos a decir que sí.

Sobre el ascenso en sí mismo, muy lejos han quedado las historias de padres y abuelos que comenzaron “desde abajo” en la pirámide y lograron escalar peldaños durante 30 o 40 años de “carrera funcionaria”. En una época en que las personas permanecen menos de 3 años promedio en una organización, la lógica de los ascensos para retención parece absurda. Y asoma con mayor fuerza la idea de gestionar a las personas de una manera metódica y permanente, reconociendo e identificando potenciales, dibujando un plan/mapa de sucesión y llenando las vacantes de jefatura con aquellos que cuentan con competencias de liderazgo, están comprometidos con la organización y se proyectan al interior de ella.








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